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HOMENAJE A ERNESTO PALMIERI

Describir todas las emociones que pasamos el pasado 29 de Diciembre de 2007 en Eslida resulta prácticamente imposible. Quien tuvo el privilegio de estar presente sabrá el por qué, y es que fue una jornada tan intensa como emotiva.

A partir de las 10:45 del sábado fueron acudiendo uno a uno todos los amigos y conocidos que Valentín Salvador reunió para la ocasión. Al final entorno a 25 personas se dieron cita en la plaza del ayuntamiento de Eslida.

Sobre las 11:30, y después de un obligado almuerzo en un bar de la localidad, toda la comitiva se puso en marcha y en menos de 5 minutos estábamos enfilando las pronunciadas cuestas que dan acceso a la vivienda de Ernesto Palmieri. Él mismo estaba en la puerta esperándonos con una sonrisa, aunque un poco desconcertado al ver la cantidad de gente que se estaba congregando delante de su casa para rendirle homenaje.




Tras breves minutos estrechando la mano a todos los presentes, bajó sin perder el tiempo la rampa que daba acceso al almacén donde tenía guardado el VALE.

A medida que le seguíamos pudimos observar la cantidad de historia (en forma de motocicletas) que había en aquel lugar. Estoy seguro que catalogar todo el arsenal que allí había costaría un buen tiempo. Un par de paradas para hacer alguna fotografía y poco más. Tiempo habría después de observar con detenimiento aquel “paraíso”. Ahora lo que importaba era poner en marcha el VALE de Ernesto.






























Tras cruzar el almacén principal llegamos a una segunda sala, y en un rincón de la misma descansado sobre un pedestal de madera, se encontraba el pequeño ciclomotor.


Ernesto, como buen anfitrión, nos deleitó con alguna anécdota sobre el viaje. Era el momento ideal para entregar una pequeña placa que MOCLAVA y VESPINOS.NET preparó para homenajear al Sr. Palmieri. Más fotos para recordar aquel momento y a continuación uno de los momentos con mayor expectación de la jornada: ¿estaría el motor enganchado?

De ser así, cualquier intento de encenderlo en aquel lugar habría sido en vano.

Tras bajar la moto a nivel de suelo, Francesc Garí cogió uno de los pedales para intentar mover el motor y para alivio de todos, el eje se movió sin un excesivo esfuerzo… La operación podía continuar.









Una sencilla bomba manual sirvió para hinchar los neumáticos y así poder mover con mayor facilidad el Vespino.






El VALE se trasladó al exterior, a la luz del sol, donde dos grandes expertos en la mecánica del Vespino como son Toni (Bici Sport) y Fransesc (Virmotos) se encargarían de resucitar el motor. A pesar de ser la primera vez que trabajaban juntos, demostraron un grado de entendimiento muy alto, lo que les permitió llevar a cabo su tarea de una forma rápida. No obstante, el proceso tuvo que alargarse hasta casi las dos horas.

Una simple inspección visual sirvió para saber que el depósito original del VALE estaba seriamente deteriorado, y es que los años habían hecho acto de presencia. Se optó por emplear el depósito auxiliar que Ernesto Palmieri realizó para su viaje a Cabo Norte.




Valentín se involucró rápidamente en la tarea de puesta a punto y limpió interiormente el depósito. Mientras tanto, Toni y Francesc desmontaron los plásticos que protegen el motor y tras sudar más de la cuenta con algún tornillo que ofreció resistencia, por fin pudieron desmontar el carburador para su posterior limpieza.





Aunque la opción inicial era mantener todo el motor de origen, tuvo que desestimarse la idea al desmontar la cubeta del carburador. El pequeño 12/12 estaba en muy malas condiciones y finalmente se sustituyó por uno de repuesto. De todas formas el “nuevo” carburador también tuvo que desmontarse y verificar uno a uno todos sus componentes.










Turno ahora de la parte eléctrica. Un obligado cambio de bujía al ver el estado del electrodo y poco más. Verificar la tensión en la correa del variador, cerciorarse que el circuito eléctrico funcionaba y por último instalar de nuevo el depósito.

Ahora sí, el VALE estaba listo para renacer.


Al oír las primeras compresiones del motor, acudieron de nuevo todos los invitados que se habían diseminado en pequeños grupos, compartiendo anécdotas motociclísticas. Las dudas sobre si el Vespino arrancaría o no se esfumaron tras comprobar que la compresión del motor era excelente.





Las miradas estaban puestas ahora en la figura de Ernesto Palmieri.

Dado que el gatillo que acciona el descompresor estaba roto, se requirió la ayuda de Valentín para encender el motor. Entre los dos (Valentín y Ernesto) y tras un par de intentos el VALE volvió a la vida.











26 años después, piloto y moto se reencontraban cara a cara. La emoción invadió aquel lugar. Fue un momento mágico. La cara de Ernesto le delataba: ardía en deseos de subirse de nuevo al Vespino y darse una vuelta. Pero la salud manda, y su estado no se lo permitió.

A pesar de ello, la alegría de todos fue en aumento. Los flashes de las cámaras no cesaron, como tampoco lo hicieron las felicitaciones y los abrazos. Y como buena celebración, “apareció” una botella de Cava procedente de la XX Edición de las 3 Horas de Resistencia con Vespino de Guardiola de Berguedà y sirvió como colofón para aquella excepcional jornada.














Hacer sonreír a un hombre como Ernesto Palmieri que ha rodado tanto es todo un privilegio, y aquel pequeño ciclomotor; un Vespino VALE, lo consiguió.


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